Yo y mi teoría de Darwin

Voy a admitir algo que la gente pocas veces admite de sí misma: he cambiado a peor al hacerme adulta y muchas veces me da pena. Voy a explicarlo para que no penséis que lo que digo es gratuito.

Cuando tenía 10 años era una ecologista convencida. No dejaba fumar a nadie a mi alrededor, iba a manifestaciones de Greenpeace, leía libros para ayudar al planeta, daba charlas a mis compañeros de clase y vestía con ropa de algodón reciclado. Mientras lo hacía, la gente a mi alrededor se reía de mí y en general me decían dos cosas: “ya se te pasará” o “que bonitas son esas cosas de la juventud, pero cuando seas mayor no te interesarán”, pero yo creía que siempre iba a ser así, que iba a lograr ser una bióloga en el Rainbow Warrior.

Un par de años más tarde ya no estaba interesada en Greenpeace, pero era fan de Take That con la misma intensidad y creía que Mark Owen era el hombre de mi vida y mi mayor tesoro era su dirección en Lake District, había investigado cómo llegar hasta allí en autobús, (porque descubrí que no había trenes hasta ese barrio apartado) y me lleve el mayor disgusto de mi vida porque cuando le pedí a mi madre que me dejase ir a Inglaterra en verano, yo sola con una mochila a buscar a Mark a su casa, me dijo: “eres muy pequeña para ir, pero dentro de un par de años te dejaré”. Lloré porque a pesar de que sabía que era razonable, había aprendido con lo de Greenpeace que dentro de un par de años Mark Owen no me iba a interesar lo más mínimo, y ahora sabía que los sueños también tienen fecha de caducidad.

Más tarde me metí en política. Veía todas las noticias, me leía cada periódico y siempre tenía acaloradas discusiones, así que me afilié a un partido político. Iba a todas las reuniones y quería cambiar las cosas, porque sufría (y sigo) por lo que iba mal en el mundo. Estuve años militando, hasta que viví mis primeras elecciones desde dentro y la mayor parte de mis sueños se vinieron abajo: sólo me querían por mi voto, y no vi ningún interés por querer mejorar la precaria situación de mi universidad o porque yo pudiese continuar recibiendo mi beca. Seguí en el partido, pero había aprendido que cambiar el mundo es muy difícil y recordé las palabras que me decían “los mayores” cuando yo estaba en Greenpeace: “eso es cosas de jóvenes, cuando eres mayor te das cuenta de que todo es mentira”, y por primera vez me sentí parte de los mayores.

Mientras mis ideales sobre política iban quedando a un lado y mi descontento con el mundo iba siendo cada vez más notable, empezaba a estudiar cine y a conocer las películas de autor, empecé a ver cine danés y películas independientes canadienses, francesas y americanas, me enseñaron que las mejores historias las cuentan quienes viven en civilizaciones en decadencia y descubrí a Truffaut, y me enamoré de su forma de ver la vida. Me dije: “todo cine comercial es una mierda”, me volví elitista y empecé a leer manuales sobre cine. En esa lectura y en esa lucha por creer en un futuro de crear sin que me importase el dinero o el éxito, y en su consiguiente reflexión, descubrí varias cosas: que es más difícil crear una historia que llegue a un gran público que una historia elitista, y que en todo caso, lo más difícil es contar una buena historia y que en todo caso, suerte tienes si consigues vivir de lo que creas. Y esto me dio nociones sobre el equilibrio en el arte: crear para vivir para vivir de lo que creas y así, poder crear lo que quieres. Difícilmente podrás hacerlo al revés. En todo caso aprendí que el mundo real es el que va modificando tus sueños y que aún así, sólo te queda seguir adelante.

Luego empecé a trabajar de lo que escribía y siempre había algo que cambiar, siempre me pedían cosas o que yo no quería escribir o si hacía lo que quería no era la línea editorial, si no, los jefes no estaban contentos y en general si hacías lo que los jefes querían los lectores se quejaban. En todo caso ahí por fin me hice totalmente adulta: en general, lo único que puedes hacer en la vida es seguir para adelante quejándote lo justo para poder continuar y para poder seguir siendo fiel a ti misma. En todo caso, aprendí que la libertad es algo muy relativo, porque incluso cuando consigues ser libre eres esclavo de ti mismo y de tus propias contradicziones.

Hoy tengo veintitrés años y muchas veces me encuentro pensando que hace mucho tiempo de muchas cosas, y que no sé si he aprendido algo, sólo he aprendido que lo que creía de pequeña muchos se empeñaron en tirármelo por tierra, y aunque suene a que me quito culpa por no seguir siendo ecologista, lo sigo viendo así... Años más tarde yo misma me encontré rechazando el haber sido tan elitista y criticando a los que lo son y en la actualidad lo que pienso es que la mayoría lo único que buscamos es la fórmula más fácil para ser libres y felices, sabiendo que esa búsqueda en sí nos esclaviza.

Y por todo esto me acuerdo siempre, casi cada día de mi vida, en algún momento, de la película Danzad, Danzad malditos, que una vez robé de la estantería de mi amiga Laura y vi una tarde lluviosa hace tres años. Os cuento de que va: un grupo de gente bailaba en un maratón público para conseguir dinero en plena depresión del 29. Los espectadores eran ricos que disfrutaban viendo a los más desgraciados bailar sin parar durante días enteros sin descanso, cada vez más esqueléticos y descompuestos. Nunca podré olvidar esa imagen de la gente riendo en los palcos más altos mientras los demás lloraban y se dormían agotados mientras bailaban.

Hoy ha muerto Sydney Pollack, el director de esa película. Y la verdad, me he puesto muy triste. No he visto más películas suyas, pero fue el encargado de hacerme un poco más adulta con un par de secuencias y se lo agradezco. Porque a veces me parece que ser adulto no es más que irte dando cuenta de que cada cual hace lo que puede por resistir en este maratón.

2 Response to "Yo y mi teoría de Darwin"

  • dnis Says:

    No es por ofender, pero me apena mucho leer lo que escribes, generas tristeza
    Donde estan las ganas de vivir??? De todas las cosas estupidas que nos rodean se puede sacar algo, siempre hay una cara buena en todo, donde te has escondido el optimismo? y el amor? es lo unico que te vas a llevar, sabes, si no amas no sabes lo que es vivir, vive contenta, respira hondo, agradece cualquier cosa, que tienes 23 anos y perteneces al 5% de la poblacion mundial no tercermundista, aprovechate de ello, sonrie!! y VIVE con intensidad.

    He escrito este comentario por que he sentido escribirlo, y punto. No es nada en contra tuya, cuidate!


    PS(no me funcionan los acentos)


  • BlackMouth Says:

    @dnis
    lee el post otra vez y vuelve a leer tu comentario.

    Buenas!!!

    Yo también tengo 23 años, y todavía creo (erróneamente) que aún es posible cambiar el mundo. Nuestra (de)generacion hará historia. Tarde o temprano nos tocará...

    Un Saludo!!!

    Un Saludo