Sigo siendo la misma de siempre
Porque cuando alguien dice “yo sigo siendo el mismo/la misma de siempre”, implica directamente que ya no lo es. Si dices esa frase es porque eres consciente de que:
- Has hecho algo lo suficientemente glorioso como para que los demás piensen que eres mejor que ellos o que mereces un trato distinto. Si es así, es imposible seguir siendo el mismo porque si los demás te tratan de diferente forma, por mucho que te esfuerces no lo conseguirás.
- Porque tú mismo crees que has hecho algo digno de ser diferente y lo de “sigo siendo el mismo”, es en realidad un “a pesar de mis logros sigo siendo el mismo”.
- La tercera opción es la más mentirosa de todas, la de quién realmente se cree que es motivo de orgullo “seguir siendo el mismo”, porque entonces empieza a considerar que no sólo lo que hace mola, sino que él mola muchísimo más porque a pesar de sus increíbles logros él consigue que todos piensen que sigue siendo igual.
Todo esto que hablo tiene que ver con un asunto que me preocupa de las personas, incluso a veces, para que negarlo, de mi misma. A veces me pregunto: ¿Tengo ego?, porque a veces me gustan las cosas que hago, y a veces me siento orgullosa… Otras veces me digo: ¿Por qué tengo tan poco ego? Porque en muchas ocasiones me doy cuenta de que no valoro lo suficiente lo que hago o lo que tengo, y otras veces pienso que hay personas que con mucho menos tienen el ego por las nubes… Y cuando pienso eso me odio un poco. Porque sé que odiaría esa actitud de cualquier otro.
Hablo de este tema porque lo conozco. Me rodeo de ego por todos lados, simplemente por motivos profesionales. Cualquier persona del mundo artístico tiene ego. Lo necesita. Los actores necesitan ego, los músicos necesitan ego, es su materia prima. Todo ese valor de enfrentarte a un público o a una cámara conlleva ego e incluso parte de él. Un director o un escritor tienen ego, porque el creer que lo que tienes que decir es lo suficientemente interesante como para enseñarlo al mundo, implica tener ego. El ego, como bien doy a entender aquí, no es algo malo, lo que es malo es no saber dosificarlo, tener más del que necesitas o querer aparentar que tienes menos del que tienes.
Una vez alguien me dio una valiosa lección sobre este tema, mi peluquera. Hace un año, el verano pasado, mi amiga Laura y yo fuimos a la peluquería del barrio, nuestro humilde barrio de toda la vida… Una peluquería más o menos nueva y pequeñita a la que solemos ir porque siempre tienen hueco. La dueña es una chica de treinta años que habla por los codos, mi amiga y yo estamos convencidas de que en realidad el local no es de ella sino de su madre, por tribulaciones muy largas de explicar… Ella, llamémosla Esmeralda, siempre que te está cortando el pelo te cuenta mil anécdotas sin más interés, y te hace muchas preguntas, pero un día quedé sorprendida con la siguiente conversación, y me hizo replantearme el orden del universo. Todo sucedió porque le conté que había estudiado comunicación así que ella me enseñó su tarjeta de visita, me pidió opinión y yo le hice algunas sugerencias sobre tipografías ilegibles… Entonces ella me lo agradeció y tuvimos la siguiente ¿conversación?:
PELUQUERA: “Por aquí pasan todo tipo de personas, de verdad, mira, hoy tengo te tengo a ti, una chica que es ¿Qué es lo tuyo?”
YO: “Comunicación…”
PELUQUERA: “Eso… Pero vamos, que otros días tengo hasta una doctora, una que es concejala del ayuntamiento, un chico que es actor… Todo el mundo viene aquí, yo claro, con todos hablo como si fueran todos iguales, y de todos saco algo interesante. Pero eso sí, yo sé que tengo mi negocio propio, que tengo mi casa propia y aún así, sigo siendo la misma de siempre, sigo teniendo los mismo amigos y sigo haciendo mi vida igual, y tú date cuenta de que mucha gente con mucho menos se le sube a la cabeza…”
A lo mejor soy yo, que lo veo extraño, pero en esa frase recogía un montón de ideas subliminales que me parecen abominables: ¿Les hablo a todos como si fueran iguales? ¿Sigo siendo la misma a pesar de tener negocio propio? ¿Mucha gente CON MENOS se le sube a la cabeza? Y yo pregunto: ¿En serio a la gente CON MENOS se le sube a la cabeza?
Ese día me sorprendí porque me di cuenta de algo: ¿De qué me quejo cuando veo a famosos, que reciben halagos constantemente, tener el ego subido, si mi peluquera se siente orgullosa de seguir siendo la misma a pesar de tener local propio, que además casi seguro es de su madre?
Esto que acabo de contar fue la gota que colmó el vaso, lo que me hizo reafirmarme en algo que se dice popularmente y que siempre he intentado no creer, pero que numerosas y diversas anécdotas de este calibre me han hecho terminar afirmando: la gente que más ego tiene es la gente que menos puede tenerlo, la gente que no sabe dónde está y que no sabe ver la realidad tal cual es. Porque si tú te has levantado temprano cada día y has visto a tus padres hacerlo para ganar un sueldo con el que poder vivir, has sufrido fracasos varios a nivel artístico, observas el panorama real y ves que hagas lo que hagas si levantas una piedra salen cientos como tú, que las oportunidades en esta vida son escasas y que no eres NADIE, porque incluso los famosos pueden mirar a su alrededor y ver que hay cientos igual de famosos que ellos… Si ves eso, es casi imposible que tu ego se suba más de lo justito para seguir queriéndote y queriendo a tu talento lo suficiente para avanzar y punto.
Por otro lado, también quiero denunciar la hipocresía de quienes tienen ego y van de que no lo tienen. No es bueno tenerlo por las nubes, pero creo que tampoco es nada bueno tener el que tienes que tener e ir de pobrecito y pobrecita, como si lo tuyo fuera mucho peor que lo de los demás o como si nada hubiese cambiado. La gente te mira diferente, te halaban constantemente o incluso te reconocen por la calle. ¿Creéis de verdad que la gente alrededor piensa lo mismo cuando os ve? Tal vez tu madre, tu padre, tu novio y tu hermano, pero pocos más, para el resto eres:
-Alguien guay con quién estar.
-Alguien de quién pueden sacar algo.
-Alguien que luego es una anécdota con la que “yo” puedo subir al estatus de “guay”.
-Alguien que me hace a mí, en cualquiera de los casos, subir mi ego.
No quiero deprimir con esto a los artistas que me leéis (ya sé que este comienzo es pretencioso, pero me tomo estas pequeñas concesiones para alimentar mi pobre ego) y que tú, artista, pienses: “¡Dios, tienes razón, ya nadie me quiere por como soy!” Sí que te quieren, pero no tienes que demostrártelo constantemente. Ser famoso, ser artista, tener una peluquería, un primo maquetero, ser la novia de un actor, escribir poemas en una libreta y ganar el concurso del cole, saber destrozar Tears in Heaven con la guitarra, está todo muy bien, y ninguna cosa que logres en tu vida es motivo de no-orgullo (a nadie amarga un dulce), pero es muy fácil perder el contacto con las cosas. Para bien y para mal. Así que os doy dos consejos, no porque crea que estoy en posición de darlos, sino más bien porque me apetece.
1 - No digas nunca “sigo siendo el mismo”, siempre será una mentira.
2 - Mira a tu alrededor y date cuenta de que, aunque seas el centro de tu universo, hay miles que hacen lo mismo que tú.
3 - Eso sí, como siempre digo, nunca dejes de creer en lo que haces porque es en ese momento cuando el resto se te echará encima para demostrarte que habías cambiado.
p.s. perdón por mi incontrolado uso de las comillas a lo “Joey Triviani”.