Dios era negra y no existe

Escribo esto porque me he puesto de mal humor leyendo unos comentarios en un corto en el blog de proyectafilms.

No soy partidaria de defender cortos porque un 90% de los que veo me parecen típicos, malos e incluso un 20% me dan ligeras náuseas y vergüenza ajena, sobre todo los que tratan de una pareja que se está dejando mientras fuma unos cigarrillos en el Bar Paco, con una canción francesa de fondo, y acaba con un tortazo, una carta cayendo al suelo o que ella era la cocaína y él está muerto. Por eso, por ese espíritu crítico que me caracteriza, no dejo de reconocer un corto que tiene los cojones de ser original y por eso defiendo este corto aunque tenga un punto igual de típico que todos. Hablo de Cuestión de fe, cuatro minutos de ficción en los que descubrimos que se ha encontrado un pelo púbico femenino en la sábana santa, despertando un debate público de que tal vez Jesucristo fuese mujer. El corto acaba [spoiler] con una ensoñación del espectador-protagonista en la que se ve a una mujer real, desnuda, colgada en una cruz cual Cristo.
Cuando terminé de verlo no tuve ninguna reacción más que la de analizar un par de planos bastante chulos que había visto. Pero entonces, empecé a leer comentarios de personas que decían que era “reírse y provocar a los que tienen fe”, “una burla a los cristianos”, “una ofensa”, “de mal gusto”, y otras lindeces. Y pensé: ¿En serio? ¿En serio todavía hoy en día hay gente normal que se ofende porque alguien haga un corto en el que se ironice con el sexo de Jesucristo? ¿En serio vivo yo en esa misma sociedad? Pero es más, ¿Todavía hay católicos? (esta última es una pregunta retrógrada, perdón, retórica). Y ahora me diréis, Sabina ¿No respetas la fe de los demás? Y bueno os respondo. Depende de lo que sea respetar. En general me suele dar igual, pero me río de la gente religiosa por dentro. Aunque bueno, respetarlos, si se puede respetar a alguien cuando te ríes por dentro de esa persona, sí lo hago. Pero me parece patética esa esperanza consoladora infundada en un bonito cuento épico inspirado en un loco cualquiera. Me parece igual de patética la gente que va por el mundo siguiendo una imagen de Cristo o de una virgen (esto último ya, más que patético, surrealista). Y espero que no sea una forma de creer que después de la muerte hay algo y que esta vida tiene sentido, porque da igual, cuando os muráis, vuestra conciencia se quedará con vuestro cuerpo, así que incluso si algo de eso es verdad, no os vais a enterar, se enterará tu alma, que en todo caso no eres tú el que estás leyendo esto. Porque la gente que cree en un dios para tener una esperanza de que existe algo después de la muerte, me parece simplemente gente que quiere engañarse a sí misma, aunque eso sí, los envidio por poder hacerlo sin sentirse ridículos e incluso simplemente por poder hacerlo.

Pero ya no hablo solo de creer en dios, que nunca existió, y si lo hubiese hecho, hubiese sido negra, y Jesucristo hubiese sido un robot, chino, gay. Sí, chino, gay, robot. Hablo de la religión católica que es la que más me toca. Una religión llena de personas que ni siquiera saben por dónde tirar. Y es normal, considerando que su fe, más que mover montañas, ha dejado legiones de muertos a su nombre durante siglos, y que fue creada simple y llanamente como una forma de que los ricos pudieran poner a los pobres a su entera disposición esclavizante (sé que no os descubro nada). Si tenemos en cuenta que en esta religión los curas tienen fama de pedófilos, creo que no sin motivo, que la nulidad matrimonial sólo la consiguen los ricos, que la iglesia ha hecho la mayor campaña de la historia a favor de la propagación del sida, que están en descuerdo con que dos personas del mismo sexo puedan adoptar hijos mientras ellos se han dedicado a maltratar niños durante décadas en orfanatos cristianos, que con la mitad de la fortuna del Vaticano se podría terminar el hambre en el mundo y que en sus universidades obligan a los estudiantes a poner en un examen de medicina que el aborto es un crimen. Si tengo en cuenta todo esto, entonces tengo que decir que sí que respeto a esa gente tan maja que cree en un dios cualquiera para tener algo en lo que poder basarse para no pensar que van a desaparecer del mapa como si tal cosa el día menos pensado, y empiezo a no respetar a quienes defienden a una iglesia tan sumamente hipócrita que sus propias “fielas” (como diría la Etxebarría) se sienten ofendidas porque en una obra de arte se muestre a una mujer desnuda, con un cuerpo precioso, emulando una imagen que ellos se han atribuido como símbolo. Me siento más ofendida viendo a un cura babeando mientras le mira las tetas a una tía. Y aún así, no me ofendo, sólo pienso que es muy triste perder tu vida, que es lo único que vas a tener en toda la eternidad, en dedicarte a adorar una mentira.

Que todos esos traumas, todas esas hipocresías, todas esas estupideces, deberían haber quedado en el pasado, en épocas en las que esas cosas eran lógicas y eran normales, en épocas en las que la trepanación era medicina avanzada y que el maltrato infantil era simplemente ser estricto, en el que era normal que un cura sin titulación fuera profesor y una monja enfermera. En una época en que las cosas eran tan duras que más te valía creer en algo. Por eso respeto a la gente católica que se ha criado en la desinformación, respeto a mi abuela que no sabe leer pero se sabe media Biblia de memoria. Pero no, no respeto en absoluto que alguien, sabiendo la otra cara de la historia, y sabiendo que es verdad, tenga los huevos de creerse semejantes barbaridades.

Mi padre me dijo de pequeña que dios era negra y yo a los siete años dejé de creer en dios, así que eso, lo que dije en el título. Y no pienso, ni ahora ni nunca, pedir disculpas a nadie por lo que acabo de escribir.