Sobre porqué ser malo mola tanto

El otro día veía un capítulo de House M.D. en el que él engañaba a sus “amigos” médicos haciéndoles creer que estaba a punto de morir para lograr más afecto por su parte... Y de pronto, con este pequeño ardid, me pareció que House es, o se ha convertido, o simplemente siempre ha sido, la mar de ñoño. Y entonces reflexioné sobre porqué antes este personaje me parecía maravillosamente manipulador y ahora no. Y la respuesta tiene un nombre: Patty Hewes. La abogada sin escrúpulos de la serie Damages, se ha comido a House en mi subconsciente, casi relegándolo a la categoría de personajes planos, donde se sitúan la mayoría de los protagonistas de series de los noventa, y otros cuantos ya de series de esta década. Me pregunto muchas cosas, de forma constante sobre la construcción de personajes en la ficción, de la misma forma que me hago preguntas sobre las personas y su funcionamiento constantemente. Y de la misma forma que utilizo en mi cabeza niveles de profundidad para ordenar a los héroes de ficción, casi sin querer hago lo mismo con las personas que conozco.

Así que reflexionaba también acerca de un tópico muy común. La gente suele dar por hecho que una persona buena es tonta y que una persona mala es inteligente, y casi por esa inercia mental, acabamos pensando que todos los inteligentes son malas personas y todos los tontos son buenos. Seguro que si lo piensas, puedes recordar alguna situación en la que alguien te dijo: “no lo hizo con mala intención, si de puro bueno es tonto”, frente a alguien que, aún siendo poco inteligente, había hecho algo difícilmente justificable. En francés, la palabra “malin” significa algo aproximado a “malicioso”, pero se utiliza comúnmente para personas listas. Es decir, de manera formal, una lengua latina, afirma a través de lo que la historia ha dejado acuñado en el término, a través de la herencia de generaciones de hablantes, que los maliciosos son listos.

Pero hay algo mucho más intenso, mucho más allá de ser listo, de ser malicioso, incluso de ser “malo”, algo que me llama la atención y que secretamente admiro. Un aspecto de la personalidad que se halla más allá de los baremos del bien y el mal: la capacidad de manipular, la retorcida capacidad de utilizar a las personas y lograr, sin que ellas se den cuenta, o en su defecto sin que sean capaz de contrarrestarlo, todo lo que queramos para nuestro propio beneficio. Es más, admiro la capacidad de que un sujeto coja a varias personas y solamente con el arte de embaucar, logre crear entre ellas un mecanismo propio de intrigas y suspicacias que se transformen en odios, rencores y rupturas, de forma premeditada y con un objetivo.

Si vemos la serie Damages podemos observar cómo Patty Hewes es capaz de todo por ganar un caso, y piensas, “vale, quizás, visto desde algún punto de vista, el fin justifica los medios”. Pero en la vida real, entre personas corrientes sin ningún caso judicial importantísimo que ganar, hay quienes se sirven de tener la habilidad tremendamente desarrollada para manipular a las demás para fines de lo más prosaico. Y en general, siempre seremos (el resto, los “pobres desgraciados mortales”), incapaces de vencerlos.

Pero aquí es dónde quiero seros útil. Porque seamos realistas: la gente manipuladora mola, consiguen siempre lo que quieren y nos hacen a los demás sentirnos tras su tormenta de agravios, como pobres desgraciados que sólo sabemos llorar nuestras penas. En las reuniones de negocios logran sus objetivos, ganan todas las batallas dialécticas, son los más triunfadores, y mientras las “buenas personas”, nos tiramos la vida diciendo “tiempo al tiempo, todo el mundo recoge lo que siembra”, esperando a que sus actos de maldad tengan alguna consecuencia, mientras, nos hierve la sangre al ver año tras año que lo único que cosechan son éxitos consecutivos.

Pero yo tengo el absoluto convencimiento de porqué somos incapaces de vencer a los manipuladores y por ello tengo el remedio, el antídoto (que palabra más bonita). El único motivo es porque a nosotros, pobres ilusos, pobres buenas personas, nos importan los demás, nos importa su sufrimiento, su dolor, y más que todo eso, nos importa lo que piensen los demás sobre nosotros, incluso cuando lo negamos. Hacemos constantemente las cosas con buena intención, intentando dejar de lado nuestros propios instintos de maldad o sentimientos de rencor o venganza, para actuar de forma comedida y dar a los demás el respeto que “se merecen”, así que mientras que nuestra estrategia es lograr la felicidad común, sin lograrlo en casi ningún caso y recibiendo malentendidos, amistades rotas y confusiones llevadas al extremo en la mayor parte de las ocasiones, ellos “los manipuladores”, nos prometen amistad, nos dan un hombro donde llorar, nos ofrecen todos los beneficios de acercarnos a su persona y alejarnos de otros para por fin, lograr nuestra confianza más absoluta, y justo ahí, cuando nuestro mundo ya sólo es ESA persona, esa persona que nos exprimirá hasta la saciedad y nos robará incluso nuestro entorno y nuestra vida. Porque el fin último de los manipuladores es, en realidad “dominar el mundo”, no en versión Marvel, sino en versión “ser líder de su pequeño cosmos vital”.

Y los manipuladores son más listos que nadie porque su reflexión se basa en lo siguiente: si de todas formas la gente va a acabar alejándote de ti a la primera de cambio, si de todas maneras tú mismo harás daño a la gente sin querer y si de todas formas si eres bueno con los demás la gente no lo va a ser contigo: ¿Por qué no sacar algo de provecho importándote lo más mínimo las consecuencias posteriores?

Y para quien se lo esté preguntando, la respuesta es sí, los manipuladores tienen corazón, sólo que jamás lo muestran al público, tienen un reducido número de personas que les importan de verdad, pero nunca lo dejan ver, nunca sabrás si están tristes al menos que ellos quieran que lo sepas para lograr tu afecto, tu pena, y por lo tanto tu favor, y aprovecharán tus momentos frágiles, esos en los que te abres y les cuentas tus sentimientos para, en un futuro, darte donde más te duele, no por hacerte daño, sino porque una persona débil es una persona fácilmente manipulable.

Pero tranquis, porque voy a hacer ahora (¡y de gratis!) mi anuncio de televenta del manual del manipulador nato:

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¿Eres buena persona? ¿Te suelen decir que de tan bueno tonto? ¿La gente se aprovecha de ti y luego te sientes dolido y desconsolado? A pesar de tus buenas intenciones constantes… ¿No ves los resultados?
Si miras a los manipuladores, fríos y calculadores por encima del hombro, ves como triunfan y quieres ser como ellos, sigue ya

EL DÉCALOGO DEL MANIPULADOR:

1- Escucha siempre a los demás, toda información que te den puede ser utilizada en su contra, y por lo tanto en tu beneficio.
2- Nunca te abras a los demás, porque ellos podrían utilizar en punto 1 en tu contra.
3- Si A te critica sobre B, cuéntaselo a B, siempre que puedas sacar más provecho de B que de A. Si no es así, estarás mejor callado.
4- La gente quiere afecto, no cosas materiales, si ofreces afecto, recibirás cosas materiales, recuerda, amistades hay por todos lados, perfumes de Dior, sólo en tiendas de Dior.
5- No pienses si vas a hacer daño a alguien antes de tomar una decisión, piensa sólo si hay algún beneficio que obtener.
6- Manipular a gente es como una partida de ajedrez: siempre tienes que pensar tres movimientos por delante antes de mover pieza.
7- Rodéate siempre de: gente menos inteligente que tú, gente más frágil que tú, gente más insegura que tú, gente con más dinero que tú, gente que te vea a ti por encima de ellos.
8- Si ves que alguien cercano es más inteligente, más atractivo o más manipulador, recuerda siempre poner a todos en su contra: más vale prevenir que curar.
9- Si alguien logra averiguar tu ardid, tu manipulación, sólo hay una escapatoria satisfactoria, y siempre funciona: niégalo, sonríe como si nada hubiese sucedido y sigue adelante con el plan. Pero recuerda siempre tener un as en la manga (información de A sobre B y viceversa es lo mejor), una buena crítica a tiempo distrae la atención sobre tu propio error.
10- (Si nada del punto 9 funciona). Tira las fichas y comienza otra partida. Siempre hay más personas a las que manipular, no crees vínculos afectivos, siempre se puede empezar de cero. Y recuerda, un manipulador nunca llora.

Espero haberos servido de ayuda. Ser buenas personas sólo nos traerá dolores de cabeza y corazones rotos. Ser frío es mucho mejor. Si está tan de moda ser un antihéroe por algo será…

1 Response to "Sobre porqué ser malo mola tanto"

  • PicturesOfHome Says:

    Me encanta cómo describes a las personas manipuladoras, resaltando la inteligencia y su menosprecio hacia los demás, aunque pienso que realmente no es que sean indiferentes hacia las personas que manipulan, sino que adoptan una posición de necesidad respecto a ellas. Igual que tienes que mantener cercas a tus enemigos, el manipulador quiere convertirse en alguien importante para las demás personas y al hacer esto acaba necesitando también a estas para poder llegar a ser un manipulador.