Política de empresa

Pensaba escribir este post sobre lo que me sucedió ayer con un tono melancólico, pero creo que es la situación es tan terriblemente típica que no tiene sentido indignarme más de lo debido. Voy al grano y os cuento mi pequeña odisea....

Hace medio mes compré dos billetes: una ida Madrid-Tenerife y una vuelta Tenerife-Barcelona. Como era un caos hacer la reserva por internet llamé a la agencia en cuestión para que una amable operaria teléfonica cobro-tres-euros-la-hora me atendiese como es debido. Y me atendió una chica súper maja que durante largo rato miró cientos de billetes para poder acceder a tarifas baratas. Quedé encantada. Como no era una ida y vuelta juntas tuve que hacer dos reservas independientes por separado como figura en mi e-mail. Apunté en un papelito la hora y el vuelo y me fui a dormir feliz porque había conseguido un billete a buen precio para pasar un fin de semana con mi familia, que vive en la zona más distante de la Unión Europea... Así que al día siguiente cogí una furgoneta rumbo Barcelona-Madrid para pasar siete días en la capital y me despreocupé del tema. El finde pasado pasé una agradable hora en el aeropuerto de Barajas, observando a los ejecutivos, las rubias colonias de extranjeros, los ruidosos colegiales que partían para sus viajes de fin de curso, los equipos de federaciones de diversos deportes uniformados a la búsqueda de una victoria contra el equipo local, los azafatos que pasean con sus elegantes maletitas de mano esponsorizadas, las familias de turistas con sus ropajes conjuntados del Coronel Tapioca y las parejas de luna de miel, y muchos locos comprando artículos en las carísimas tiendas de duty-free porque han olvidado comprar regalos en sus destinos vacacionales. Y tomé el avión hacia mi tierra natal...

Pues sí, mea culpa, durante la semana que estuve trabajando en Madrid no me puse a leer la confirmación de mi reserva. Pero tengo una memoria de elefante y recuerdo a la perfección la conversación y las horas de búsqueda con la maja telefonista. Ayer, seis horas antes de coger mi vuelo abro el correo y observo con sorpresa y temor que mi vuelta era ¡A Madrid! Se me nubló la vista, releí el mail quince veces y asumí que tenía que haber sido un error informático porque ambas (telefonista y yo) estuvimos durante horas mirando el billete y comentando con claridad la vuelta a Barcelona. Cogí el teléfono y marqué el número de la agencia. Pedí que me pasaran con la encargada y le expliqué mi dilema. Me contestó: “La única solución que se me ocurre es que te compres otro billete a Barcelona” y yo le respondí: “Eso no es una solución ni es nada, es fallo vuestro, yo tengo dos reservas independientes que no tienen sentido si fuese una ida y vuelta”. Ella me dijo que la política de la empresa advierte que hay que confirmar las reservas.

Lo cierto es que en todo momento durante la hora que intenté convencerlos de que me tenían que comprar un billete sabía que tenía las de perder. Porque yo sé que la culpa es mía por no haber revisado el billete en su debido momento, pero está claro, y ellos mismos admitieron, que el fallo inicial había sido de la ahora no tan maja telefonista. El resultado fue idéntico. Tuve que comprar un nuevo billete. Sé que puedo reclamar, que puedo ir a la oficina del consumidor como hice cuando la aduana destrozó mi ordenador nuevo, sé que puedo pedir hablar con cientos de encargados superiores recién salidos de la carrera de moda ADE+Mipadretieneunaempresa y que todos me digan “es la política de la empresa”. Sé también que puedo amenazarlos diciéndoles “tengo un blog y os voy a poner a parir, voy a escribir a la prensa y a poneros a parir allí también, os voy a hundir” y también sé que al colgar se reirían de mi cara. Lo único que me llevo de toda esta experiencia en realidad es la triste confirmación de que la empresa donde compro cada mes mis varios billetes de avión, prefiere dejarme en la estacada, tirada en los pasillos inmaculados de la Terminal 4 que pagarme 69 euros que podrían poner en “gastos varios de la empresa”, sé que lo que me ocurrió y la seguridad de que no fue mi error inicial no pasa cada día y también que a pesar de mis lágrimillas al teléfono, a la supervisora hoy no no se acordará de mí cuando esté tomando un café en un bar del centro de la ciudad. Porque desgraciadamente la empresa siempre tiene la razón. Y si creéis que no es así e intentáis superar la gimkana de reclamar os llegará un bonito papel a vuestro buzón diciendo “no tenéis la razón, la empresa y su política se ampara en que tal tal tal...”. Yo no mentí, ni fui de víctima, sólo le dije a la supervisora de reservas teléfonica que yo sabía el error que había cometido, pero que la empresa podría también tener la decencia de admitir el suyo y por ello no perder una cliente habitual por 69 euros que costaba el billete + tasas. La chica me pidió disculpas y me dijo que no estaba en su mano, y yo entendí su posición también, porque en el fondo suelo entender a casi todo el mundo que no hace más que hacer su trabajo.

Así que como bien me han recomendado mis seres queridos: “Sabina, revisa siempre los billetes con lupa días antes de tomar el vuelo” y bueno, al menos he aprendido esa lección, como muchas otras que me da la vida, aunque seguro que si hago una encuesta, un 90% de quienes me leéis, también cometéis el error de la confianza en los demás... Y tampoco quiero quitarme culpa, porque mi culpa es esa, confiar en alguien a quien le importas una mierda.

Luego, por la tarde, contando mi peripecia a mi mejor amiga, me hizo una reveladora pregunta: “Pero... si lo hubieses revisado antes ¿Hubiese cambiado algo?” Y me quedé pensando, sin saber que contestar...

Pero, ¿Queréis saber que es lo más triste e irónico? Que justo después me puse a mirar por internet billetes y el más barato estaba justo en la página en cuestión. Le di a aceptar condiciones con un testigo que me dijese que en la pantalla ponía “Barcelona” y me sentí una esquirola en mi auto-huelga de no comprar más billetes ahí.

Así que aquí estoy, con 69 euros menos en la cuenta, sabiendo que han ganado ellos y su maldita política de empresa.

2 Response to "Política de empresa"

  • Alberto D.M. Says:

    Sabi, así son las grandes empresas y así funcionan. Son esos escudos que ellos utilizan para que 'todo fluya y nada se atasque', y a mi me tocó vivirlo en primera persona. Y es que hay cosas que tampoco entiendo. Ya sabes: Los 'casual friday' también forman parte de la política de empresa... ; )


  • Anónimo Says:

    el nombre es por alguna pelicula?el tuyo