Soy normal, de verdad, soy normal, lo soy, de verdad

No sé si conocéis a Katy Brand. Es una humorista inglesa que se dedica a hacer esos sketches ingleses con un humor tan rebuscado, surrealista e impredecible que cuando termina te preguntas por qué demonios te has reído. En uno de sus habituales, se dedica a descuartizar a Kate Winslet, sí, la olvidada para el mainstream protagonista de Titanic, que se ha dedicado a hacer desde entonces películas inolvidables del cine independiente y algunas comedias de dudosa calidad… Katy imita a Kate Winslet (y a Kate Moss, ¿Casualidad? sic) básicamente por su afán de ser normal y llevar una vida normal lejos de las estrellas de Hollywood. Katy la caricaturiza como un ser desquiciado y esquizofrénico con unas ansias desmesuradas por ser tan normal como cualquiera. No puedo aquí reproducir su humor o pretender tener gracia porque es imposible, pero a lo que voy, Katy me ha hecho pensar mucho en lo duro que debe ser ser famoso…. ¿Por la prensa? ¿Por las fotos por la calle? ¿Por estar expuesto al público? No, por algo mucho más profundo y complejo: hagas lo que hagas estás haciéndolo mal y nunca más podrás ser normal, o como diría Katy: LIKE NORMAAAL.

Ayer tuve una prueba fehaciente. Estaba en un concierto de Pink, (sí, todavía existe y sus fans siguen teniendo quince años y ella parece seguir teniendo veinte ¿Soy la única que crece?) y entre el público había una celebrity, de poca monta eso sí: Soraya, extremeña y triunfita… pero ella sola cargó con el peso de ser la única, de que no hubiese más famosos entre el público... Y lo hizo con unas grandes dosis de extravagancia en indumentaria y maquillaje: había introducido su cara en un bote de talco y se había vestido en una boutique vintage del siglo XXI, parecía, a todas luces, una foto en sepia de mi bisabuela cuando era joven. Pero ella, con su novio-bolso, saltó más que ninguna y alzó su móvil – cámara más alto que ningún fan para luego colgarlo en su flickr – fotolog – myspace – facebook – hi5 – tuenti. Y a mitad del concierto desapareció…. Así, como mismo llegó se fue dejando un vacío y un rastro a talco… Ella quiso ser como los demás, LIKE NORMAL, calzándose unos taconazos del quince para ir a un concierto y bailando como los demás, pero no lo logró, porque todo el mundo la estaba mirando mientras ella actuaba “como si nada”.

Y el otro día, en la Cuore, vi una foto de Britney Spears alrededor de quinientos paparazzis mientras la fotografiaban saliendo de un coche, y Adrien Brody le acaba de regalar un castillo a Elsa Pataky porque está muy buena… (aunque no tenga tobillos como dice mi amiga Shey) y Kate Winslet y su marido Sam Mendes intentar ser granjeros. Os parecerá dispar esta enumeración, pero de verdad que a veces sufro por los famosos porque me pongo en su lugar y pienso que yo vivo preocupada por si me critica alguien en mi humilde trabajo, por si algún amigo dice algo malo de mí o porque me ha salido un grano muy feo que no se me quita, todo ello con la seguridad tajante de que: a nadie le importo un carajo. Y ellos tienen que convertir sus pequeñeces o incluso su intención de seguir siendo quienes son con un montón de imbéciles (nosotros) que queremos ver como se sacan un moco.

Famosos, que sé que me leéis, esta entrada está escrita para vosotros, porque sé que aunque nos encante (a los mortales) pensar que sois patéticos (que un poco sí lo sois), no sois normales, así que no intentéis ir de normales porque no los sois. ¿La fórmula? No existe.

Por eso, os recomiendo a los aspirantes a famosos (que sé que también estáis por ahí en el cibermundo buscándoos en el google), que dejéis de querer ser alguien, porque el precio que se paga es demasiado alto: nunca volverás a ser normales de verdad, aunque lo intentes con todas tus fuerzas.

Si no, que se lo pregunten a Kate Winslet…

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