Me encanta la tele

Me encanta la tele de hoy en día. Pido disculpas de antemano a los comunicadores, entendidos, expertos, críticos, elitistas, bohemios, amantes de la literatura, cinéfilos, frikis y también a los creadores de telebasura que, riéndose de mí con sus rebuscados productos de incultura, resoplan al pensar que la humanidad es imbécil mientras leen esta humilde entrada en este desconocido blog...
(Por cierto, ahora que digo blog, y cambiando de tema, me parece súper pedante la gente que llama a los blogs "cuadernos de bitácora", por favor si alguna vez lo hago matadme o algo.)
(A veces me odio por no evitar cambiar de tema como no puedo evitar poner puntos suspensivos)
Y continúo. Estoy solita en casa. He merendado un pan con tomate y un café y he puesto de fondo el canal 24 horas de OT mientras reeleía el segundo capítulo de una novela que ando escribiendo. (Mi amiga Sheyloops haría un chiste tipo: ¿Pero andas o escribes?) Y de pronto, mientras unos disonantes estudiantes mostraban con orgullo sus desarmonías a los profesores, un no-realizador ha pinchado una cámara que enfocaba el escorzo de un piano. Durante siete largos minutos (este dato temporal me lo acabo de inventar, no penséis que lo he minutado o algo. Pero es verdad que fueron largos) observé un piano inerte, acompañado de un silencio. Y entonces, en mi cabeza, me visualizé delante de ese realizador, con sus gafas de pasta, su jersey negro de cuello vuelto, sus Vans con rombitos y su pin "no soy freak, soy un dragon nivel 70" diciendo al hiperactivo becario "¡Ahora, pincha!", chasqueando los dedos frente a un monitor de aspecto prediluviano y limpiándose la gota de sudor de la frente. Yo frente a él, lo aplaudía, impertérrita (en mi cabeza), porque él realmente siente, delante de su escorzo del piano, que es un Godard decidiendo el futuro de la tendencia creativa en televisión...
Y ahora, en este instante en el que escribo, uno de los estudiantes de OT, que está siendo enfocado por otra cámara, canta con brío "como quien no quiere la cosa" observando al público, (mirándome a mí directamente a los ojos), y alzando sus manos hacia España diciendo para sí probablemente: ¡Gracias España!. En entrevistas futuras dirá: "después un rato no eres conscientes de las cámaras Jordi... Son parte del mobiliario."
En casa tenemos un chiste, es friki pero a mi me hace mucha gracia. Cuando en la Cuatro se equivocan al enfocar algo, o hay una mala conexión, le decimos al cámara de turno, extradiegéticamente: "Ala, castigado a ¡Fama!." (Me río en alto al escribirlo... sic)
Y bueno, desde aquí y tras relatar prácticamente a tiempo real mi aventura en el mundo de la telerrealidad 24 horas, os voy a dar un consejo antes de proseguir: por favor, poned alguna vez OT 24 horas o FAMA 24 horas muteado, y dejaos llevar por el ritmo sutil de los cuerpos y los gestos de las caras al compás del silencio, es la mar de ridículo.
Pero me encanta la tele de hoy en día, porque hoy en día vale todo. Programas inverosímiles, (vivan los creativos de MTV), programas mal realizados, presentadores que son auténticos esperpentos. Hemos sacado al corazón de nuestras vidas en su práctica totalidad, ahora está donde tiene que estar: en el apartado "humor". Realities tan a punta pala que ya no le importan a nadie, canales de noticias 24 horas, programas coach. La tele de hoy en día no aboga tanto por la calidad como por la inmediatez y la ley de la programación ha muerto, ¿A quién le importa cuándo se emite CSI? Telecinco puede hacer lo que quiera, en AXN ya lo han dado y yo me lo bajé del bitcomet hace un mes. La televisión de hoy está de capa caída, y por eso me gusta, porque me gustan las culturas que decaen. Una vez escuché dos ideas que siempre me han parecido geniales y ahora copio: "siempre hay una era de avance tecnológico seguida de una era de la creatividad al servicio de ese avance" y "las mejores ideas nacen de los pueblos en crisis".
Estamos en una crisis, en una crisis de expertos comiéndose la cabeza por ser más originales que el anterior en su puesto por miedo a que haya un sucesor, la crisis de "un niño de trece años puede tener LA IDEA", la era de la competición...

Somos carne del mass media y a pesar de ello yo recomiendo ver la televisión, porque no hay que darle más que su justa importancia: un medio que hoy en día está relegado al puro y duro entretenimiento. Un gran contenedor de diversión que observa sin voz ni voto que mientras las series se acercan al cine, heredando el clasicismo holiwoodiense, los programas se acercan al histrionismo cirquense.
Y sólo quiero decir que a mí, por (y a pesar) de todo eso, me divierte. Y no me averguenzo al decir que Efecto Ex, Cita con mamá, Miami Ink y Extreme Makeover son programas que veo religiosamente. Y puedo decir eso de pocas cosas en esta vida.
Y si todos vosotros me odiais por ello siempre podré pedir curro de realizadora en la próxima edición de FAMA, ¡A BAILARRRRRRRRRRRR! (El programa que nos ha demostrado que ocupar un puesto de honor en el top de audiencias puede no está reñido a la ley de la selva).

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