Comunícate conmigo por favor

Antes de empezar mi speech habitual debo disculparme con vosotros, lectores, por haber descuidado mi humilde blog durante unos días que se me han hecho eternos... Me disculpo con vosotros porque estoy decepcionada conmigo misma, me había autoprometido escribir cada día sin excusas ni “esques”, nevase o diluviase, pasase lo que pasase... Pero las circunstancias me han podido.
Y bueno, como sé que en el fondo, a pesar de mi acusada sensación de culpabilidad, tampoco es para tanto, os quiero hablar de la comunicación, un tema que en el fondo siempre se encuentra en el trasfondo de mis reflexiones y de mis entraditas bloggeras. (Sé que bloggero se escribe con “u” pero me parece más bonito con dos gés, y como es mi blog, I cry if I want to).
Las personas somos seres sociales, con la necesidad acuciante de comunicarnos constantemente para sentirnos menos solos y perdidos en este parque temático de la vida. Lo más clásico es el momento del café a media mañana con su tradicional tertulia matutina y sus múltiples variantes, proceso que hoy en día se transforma, sustituye o complementa con el momento del chateo. Llegamos a casa, conectamos rápidamente el messenger, nos metemos en los foros habituales, revisamos el correo, miramos el fotolog, las peticiones de amigos en el myspace, el twitter de nuestros followers y encontramos un abismal vacío en nuestro interior si ningún contacto interesante, de esos que en nuestra mente están en la innegable categoría de élite de los contactos, está disponible y dispuesta a comenzar la increíble conversación que esquematizaré a continuación:

rafa dice: hola xdxd
rafa dice: ...
rafa dice: estás
rafa dice: .... eooooooo
carla dice: eyyyy, perdona, estaba en la cocina preparándome la merienda XDXD
rafa dice: ^^ q tal?
carla dice: aquí y tú?
rafa dice: igual...
rafa dice:jeje
carla dice: jajajajajxdxdxdxdxd
rafa: bueno, me piro a mirar el correo, pero estoy aquí
carla dice: vale

Después de esto, por fin para Rafa, el mundo volverá a girar a la velocidad normal, porque por fin ¡se ha comunicado! Porque, todo ser humano de la nueva era, de esos que o no recuerdan cómo se quedaba con los amigos antes de tener móvil o de esos que ni siquiera saben que esa época existió más que por leyendas urbanas, necesitan, en la soledad de sus vidas, una voz calmando su angustia existencial con un: no estás solo, yo también estoy, solo en mi habitación, pensando también que todo esto no tiene sentido. Sólo que hoy en día, este proceso se realiza a tiempo real, en un mundo virtual y con una certeza sólo teórico-científico-tecnológica, que no deja de ser fe en una extraña manifestación, de que quién te contesta al otro lado es alguien real. Creamos mecanismos informáticos para identificar que quién nos escribe es una persona y no una máquina, vivimos inmersos en un auto-spam de nuestro patético aburrimiento, y sentimos que la gente nos quiere cuando vemos un buzón en la pantalla de nuestro móvil, una ventanita naranja en la barra de nuestro windows xp y un friend request en nuestro myspace.
Hemos sustituido las no más patéticas quedadas en los parques de tardes perdidas entre cigarrillos mal fumados y conversaciones a medio terminar por perdidas tardes en chats temáticos conversando con extraños de dudosa identidad, y hemos cambiado conocer gente en las discotecas o en las bibliotecas o en el instituto, por hacerlo con personas de nombre genérico y foto retocada en photoshop en una miniventana en nuestra súper pantalla 17’’ panorámica. Y a fin de cuentas lo único que buscamos es algo de compañía, porque el ser humano sabe en el fondo que la soledad tiene difícil cura, pero siempre busca un placebo para olvidarlo.
Todo esto me parece justificable, pero no por ello menos patético: lo entiendo, lo respeto, no me queda más que compartirlo muy a mi pesar y de sentirme tan patética como el resto de la humanidad cuando abro a alguien una ventana del odioso y anti-comunicativo messenger, y mucho peor cuando me pongo feliz si me contestan. Pero lo peor de esto, lo que nos hace ser seres terriblemente contradictorios en el peor de los sentidos, es que en el fondo, mientras sentimos esa horrible necesidad de estar arropados por la presencia de alguien, nos importa una mierda lo que ese alguien tenga que decirnos. Lo único que ansiamos es ser escuchados, contar nuestras anécdotas sin gracia, nuestros pensamientos repetidos, nuestros pequeños descubrimientos (descubiertos antes por muchos otros) con personas que buscan exactamente lo mismo. La gente asiente de forma automática, sonríe por inercia y suelta unos ajás la mar de creíbles mientras inmersos en sus propios pensamientos buscan el hueco adecuado para soltar sus parrafadas, a su juicio mucho más interesantes y llenas de conocimiento...
Lo único que saca a dos personas de incesantes monólogos de profundo amor hacia sí mismos, es la aparición del morbo o el cotilleo en la conversación, porque en realidad, lo que hace que una persona deje de interesarse en si misma durante un instante es el tener una prueba de que las personas, el resto de las personas, u otras personas concretas, son más patéticas que uno mismo.
Así funcionamos. Funcionamos porque creemos que a los demás les parecemos interesantes, porque creemos que somos mejores que los demás y que tenemos el secreto para no ser como ellos, sabiendo eso sí, que los necesitamos para que nos confirmen todo lo anterior, con sus ajás y sus ojos abiertos de entusiasmo con nuestras palabras. Y odiamos cuando quieren empezar a tomar protagonismo. Nada más odioso que mientras cuentas tu vida, la otra persona te responda: “como yo, que...” y prosiga con su anécdota o dilema, nada peor que contarle a alguien nuestro descubrimiento asombroso y secreto y que nos diga “también me enviaron el mail...”, nadie peor que alguien que quiere hablar más que escucharnos. Y como en casi todo en la vida, pocas veces nos paramos a pensar que a los demás les molesta y les aburre lo mismo que a nosotros, porque de pequeñitos, a todos nos enseñaron que éramos los más especiales.Así que me voy a contar al mundo que he escrito una nueva entrada de mi blog, se lo diré a mis contactos en el messenger, a mis amigos por teléfono y enviaré un mail, y es que un día pensando me di cuenta que no soy más que una más, muy a pesar mío.

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